El país atraviesa por una difícil y retadora coyuntura económica. La reactivación del aparato productivo después del choque de los precios del petróleo ha sido más lenta de lo que el grueso del mercado venia anticipando desde 2016. El curso de los indicadores líderes, sumado a los datos de crecimiento económico del primer trimestre y al actual balance de riesgos, ha llevado a que el mercado haya comenzado a recomponer sus estimativos hacia rangos de crecimiento más cercanos al 1,8%-2,0% que al 2,3%-2,5% que descontaba varios meses atrás.
• Las mayores restricciones económicas que enfrentan los hogares le han restado dinamismo al consumo privado, con efectos transversales en la demanda de vivienda. Las perspectivas desfavorables acerca del desempeño económico futuro del país se han visto reflejadas en bajos índices de disposición a comprar vivienda, una percepción que se relaciona de manera directa con la dinámica del ciclo económico.
• En línea con el menor dinamismo de la actividad productiva, los principales indicadores del sector de vivienda han exhibido una notoria moderación. En efecto, durante los primeros cinco meses del año, las ventas de vivienda nueva y los desembolsos para adquirir vivienda han presentado desaceleraciones importantes, particularmente en el segmento No VIS. Así mismo, la cartera hipotecaria y de leasing habitacional ha reducido sus ritmos de expansión y registrado leves deterioros en sus niveles de morosidad.
• Los recientes anuncios del Gobierno de extender el beneficio del subsidio a la tasa de interés para las viviendas No VIS hasta el 2019, así como de aumentar el valor de las viviendas objeto del beneficio hasta 435 SML ($321 millones), buscan revertir la tendencia decreciente que han exhibido los principales indicadores del sector de vivienda en lo corrido del año. La rápida reglamentación e implementación de las medidas anunciadas luce imperativa para que la economía comience a capitalizar, cuanto antes, los réditos de estas propuestas.