Como Tailandia durante finales de los 90, Islandia es hoy un símbolo de la crisis financiera global, una economía en bancarrota y otra fuente más de lecciones para la política económica y la regulación financiera. En esta Semana Económica analizamos el caso de la economía islandesa, para subrayar la importancia de un manejo macroeconómico y financiero prudente.
Una abundante liquidez externa permitió a los islandeses financiar con holgura sus excesos de demanda, que deterioraron la cuenta corriente hasta niveles imprudentemente altos. El diferencial de intereses entre las tasas locales y las externas estimuló un elevado endeudamiento en moneda extranjera de hogares, firmas y bancos y alimentó una burbuja financiera. El auge del sistema bancario fue de tales proporciones que su tamaño, medido por la magnitud de sus activos, se incrementó de una a diez veces el PIB de esa nación entre 2004 y 2008, convirtiéndolo en uno de los de mayor dimensión relativa en el mundo. Lo anterior, junto con el desmesurado apalancamiento externo de todos los agentes y la dificultad de su banco central para proveer liquidez en moneda extranjera, determinaron la quiebra de la economía, cuando el entorno internacional se tornó adverso.
En Colombia, el sistema financiero es sólido y su tamaño menor de la mitad del PIB. Adicionalmente, el Banco de la República actuó preventiva y oportunamente, llevando a cabo una política prudente, al combinar una postura monetaria restrictiva con controles a los flujos de capital, evitando un desbordamiento del crédito, moderando el exceso de gasto y mitigando el desbalance externo. De esta manera, el Emisor amplió el espacio para el tránsito a una postura monetaria estimulante, que junto con la solvencia, rentabilidad y bajo apalancamiento y exposición externos de nuestra banca, han puesto la economía en mejor forma para enfrentar la pronunciada desaceleración que estamos sufriendo.