Parece que los colombianos nos hacemos los sordos ante los consejos financieros de los padres y los abuelos. Nos enseñaron a ahorrar en el marranito desde pequeños, pero aun así somos derrochadores. Y no es que frases como “yo, que me he esforzado tanto por ganarme estos pesitos, ¿por qué no me voy a dar un lujo?” sean un problema, el lío es que se vuelven reiterativas. En otras palabras: darse gusticos de vez en cuando no está mal, pero sí que estos acaben convirtiéndose en deudas insostenibles. (…) Pero hay una forma de revertir esta situación: la educación financiera desde edades tempranas. Asobancaria afirma que la educación financiera, “si es impartida desde temprana edad, preparará a los menores para tomar mejores decisiones en el futuro”.