La crisis financiera internacional ha tenido un impacto significativo sobre el desempeño económico en Colombia. Los estímulos fiscales y monetarios son, quizás, las principales herramientas de política anti-cíclica para conducir la economía hacia su senda de crecimiento de largo plazo (entre 4,0% y 5,0% anual). No obstante, una política complementaria para estimular el empleo y contribuir al crecimiento económico tanto de corto como de largo plazo, es a través de la generación de incentivos adecuados a la inversión privada y de la canalización del flujo de capitales externos hacia la construcción de infraestructura, área en la cual el atraso del país resulta evidente.
La semana pasada Asobancaria convocó, en el marco del XII Congreso de Tesorería, a expertos nacionales e internacionales a estudiar los mecanismos con los que cuenta la banca, y el sector financiero en general, para financiar las diversas obras de infraestructura que planea ejecutar el gobierno. También, se analizaron los ajustes que requiere nuestra normatividad para garantizar una canalización eficiente y efectiva de los recursos hacia dichas obras.
Una de las principales conclusiones de este evento es que los participantes del mercado precisan de medios de financiamiento para el desarrollo de infraestructura y tanto la banca como el mercado de capitales están en capacidad de proveerlos. Por lo tanto, resulta conveniente que el país explote las ventajas y fortalezas de su mercado interno, al igual que el acceso a los recursos de los organismos multilaterales, mediante un trabajo conjunto entre el sector privado y el gobierno con el propósito de financiar y ejecutar de manera expedita y eficiente las obras. Bajo este enfoque, es de vital importancia que dentro de la agenda del gobierno y del banco central se encuentre la adopción de una política estable de inversión extranjera, tanto directa como de portafolio, que haga aún más atractiva, sostenible y equitativa la inversión en Colombia.