En el mediano plazo la apreciación del COP surge de la debilidad internacional del USD, el relajamiento extraordinario de la política monetaria en las principales economías avanzadas, los altos precios de los productos básicos, las buenas perspectivas de crecimiento de los países emergentes, una mayor confianza de los inversionistas y una menor aversión al riesgo en los mercados internacionales. La necesidad de reducir el déficit comercial de los Estados Unidos deprecia el USD frente a las demás monedas. La laxitud extrema de la postura monetaria en las economías avanzadas genera excesos de liquidez en los mercados internacionales, que fluyen a las economías emergentes, apreciando sus monedas y valorizando sus activos. Los altos precios de las materias primas mejoran la rentabilidad de la inversión en estos sectores, ocasionando dinámicos flujos de inversión extranjera directa (IED) hacia los países con buenas perspectivas.
En Colombia la principal fuente de la abundancia de moneda extranjera, que revalúa la tasa de cambio en el corto plazo, es un auge de IED, con dinámicos flujos hacia el sector minero y de hidrocarburos. Durante lo corrido de este año, han surgido también flujos de inversión de portafolio y endeudamiento tanto público como privado, que contribuyen a apreciar el COP. Como la bonanza minero energética persistirá en el mediano plazo, la fortaleza del COP no cederá. Sin embargo, para minimizar sus efectos adversos sobre la competitividad de la producción doméstica se requiere, en primer lugar, generar ahorro público. Con este propósito es urgente recuperar el balance fiscal para llevar la deuda pública a la senda decreciente que seguía antes de la crisis. Con ello disminuirán las necesidades de financiación y la presión al alza de las tasas de interés de largo plazo, lo cual desestimularía los flujos de capital y la tentación de colocar deuda en los mercados internacionales. En todo caso, deberá privilegiarse el endeudamiento interno frente al externo. El ajuste fiscal debe ir acompañado de la adopción de una regla como la propuesta por el gobierno anterior, para ahorrar los ingresos públicos extraordinarios en las etapas de auge de la economía y del sector de minas e hidrocarburos. También se requerirá, en segundo lugar, acometer reformas microeconómicas para mejorar la capacidad de la economía de crecer en el largo plazo. Estas reformas deberán orientarse a garantizar un adecuado funcionamiento de los mercados, removiendo las distorsiones que aquejan sobre todo a los financieros y al laboral. Con ello se dinamizará la acumulación de los factores productivos. Además, en tercer lugar, es necesario generar incentivos para aumentar la inversión en infraestructura, capital humano, investigación y desarrollo e innovación, con el fin de incrementar la productividad y mejorar la competitividad de nuestra producción doméstica.