En torno a las utilidades y los costos bancarios hay un gran debate en Colombia y en el mundo. El debate internacional se origina por el último comunicado del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) en el que anuncia los nuevos niveles de capital frente a otros activos, que deben constituir los bancos para hacer frente a posibles pérdidas.
Aunque estas modificaciones parecen ser loables al buscar mayor seguridad en la actividad bancaria, el aumento del capital requerido restringe la capacidad de los bancos de generar cartera y por ende afecta el crecimiento y la generación de empleo. Es por ello que está previsto que el ajuste tome diez años. Aun así, ello tendrá consecuencias sobre las tarifas de los servicios financieros y la remuneración a los depósitos, a fin de recuperar la capacidad de generar las utilidades requeridas para atraer inversionistas a la actividad financiera.
Dentro de las alternativas que tienen los bancos para ajustarse a los nuevos requerimientos de capital, sin dejar de ser rentables, se contemplan medidas como reducir los activos ponderados por riesgo, mayor democratización de los bancos, esto es emitir acciones, generación de fuentes alternas de ingresos y mayor retención de utilidades. No obstante, todas estas posibilidades deben ser analizadas detenidamente dado sus altos costos sociales y económicos.
En Colombia, la crítica a la banca deriva de las utilidades y los costos de los servicios financieros. La argumentación ignora la rentabilidad respecto del capital invertido. Si ésta se incorpora se hace evidente que el país tiene un nivel de apalancamiento similar al que ahora se busca en el exterior y que las utilidades son sustancialmente inferiores a las que allí se obtienen y que se verán afectadas con los nuevos requerimientos de capital.
Hay que reconocer que el sector bancario local ha alcanzado un equilibrio entre un capital fuerte, con capacidad de absorber situaciones de estrés como las vividas en 2007 – 2009 y un negocio rentable al que puede acceder toda la población, mediante la compra de acciones en las bolsas de valores. Por lo tanto, contamos con un sector bancario eficiente, con un régimen regulatorio conservador, que se encuentra un paso adelante de las discusiones internacionales.