Como consecuencia de un entorno internacional favorable en la década anterior, de cambios regulatorios benévolos para la inversión en el sector y de la recuperación del orden público, la economía colombiana ha recibido crecientes flujos de capital extranjero al sector de minas e hidrocarburos. Como se espera que el entorno internacional permanezca benigno para los emergentes, es probable que la inversión extranjera continúe fluyendo al sector y que su producción aumente significativamente en el próximo lustro, e inclusive que se mantenga alta durante el siguiente.
Un auge de este tipo podría tener importantes implicaciones en la macroeconomía, el desarrollo regional, la composición de la producción doméstica y las exportaciones, e inclusive sobre el mercado laboral. Por eso parece pertinente realizar ajustes institucionales para aprovecharlo en la promoción del crecimiento económico y el bienestar de la población. Al mismo tiempo, resulta sensato prevenir los efectos adversos del auge. Afortunadamente el Gobierno Nacional (GN) acogió la propuesta de la administración anterior de reforzar la disciplina fiscal, mediante la adopción de una regla de política. Además, propuso complementariamente una reforma al régimen de regalías para invertir eficientemente los recursos adicionales que prevé. La reforma crea un nuevo sistema de administración, distribución y asignación de las regalías, para enmendar el desmán del anterior, que condujo a la dilapidación y la ineficiencia.
La propuesta gubernamental requiere un acto legislativo y la expedición de otras leyes para determinar las condiciones en las cuales los nuevos beneficiarios participarán en la distribución de las regalías, junto con las proporciones exactas en las cuales lo harán. El trámite legislativo de la reforma será largo y difícil, porque entraña un cambio en las expectativas de ingresos de las entidades territoriales (ET) que actualmente receptoras. Estas adquirieron derechos que no cederán, a menos que perciban un beneficio. Por eso, las autoridades tendrán que enfatizar que las actuales ET receptoras no disminuirán sus ingresos por regalías en términos absolutos, sino que únicamente reducirán su participación directa en un monto mayor, en beneficio de una mejor asignación de los recursos, que beneficiará no solo a los territorios más pobres, sino también a ellas mismas y a los generaciones futuras de sus propias localidades.
El antiguo régimen originó despilfarro, ineficiencia y corrupción. Sin embargo, la centralización propuesta no garantiza, por sí misma, una eficiente asignación de las regalías a los proyectos socialmente más rentables, ni la debida pulcritud en su administración y utilización. Para ello se requieren cambios institucionales complementarios, que aseguren claridad y transparencia en los esquemas de liquidación, distribución y asignación de las regalías, así como en los mecanismos de contratación de las obras públicas Como la magnitud del incremento de los ingresos por el auge es incierto, no es aconsejable pensar que una bonanza lo arregla todo. No se debe desechar la oportunidad de reformar la estructura tributaria, el régimen laboral y la financiación del gasto social, para que durante la recuperación se reduzca la tasa de desempleo y aumente la formalidad.