El progreso del sector financiero colombiano en la última década fue notable. Las instituciones y los mercados recuperaron el tamaño y la estabilidad perdidos por causa de la crisis de final del siglo. Su profundidad supera ahora el promedio mundial y el de las economías de ingreso medio alto, aunque todavía está lejos de Chile y de las economías de ingreso alto. En estabilidad el sistema se encuentra a la vanguardia en el mundo. La solvencia de la banca es alta, la calidad de la cartera buena y su cubrimiento holgado. La volatilidad del mercado bursátil colombiano es baja. Además, el riesgo soberano del país está en mínimos y la calificación de su deuda pública recuperó el grado de inversión y se encuentra en la víspera de una mejora. En la actualidad nuestro sector financiero está inclusive incursionando de nuevo con vigor en los mercados externos.
Sin embargo, todavía algunos indicadores sugieren que nuestro sistema financiero continúa rezagado. Su mayor falla es el acceso estrecho, tanto para las personas naturales como para las pequeñas empresas. Para quebrar este cuello de botella, la administración Santos ha tenido dos iniciativas que permitirán profundizar el mercado de capitales. La primera son los bonos de infraestructura, diseñados con el fin de contribuir a la financiación del programa de concesiones de Cuarta Generación. La segunda es la reforma al régimen de los fondos de inversión. Una tercera posibilidad es aumentar la inclusión financiera, involucrando nuevos usuarios y promoviendo los servicios financieros de tipo transaccional. Para ello se debe remover las distorsiones tributarias –el GMF, la retención en la fuente y el ICA– y normativas –los topes a las tasas de interés–, que impiden la expansión de la intermediación y el cubrimiento de los mayores riesgos y costos de proveer créditos de bajos montos. Hay que incentivar además el acercamiento entre los bancos y las empresas informales. Otra oportunidad es repensar la financiación de la vivienda.
Una brecha importante que separa nuestro desarrollo financiero de las economías más avanzadas está en el mercado de valores, tanto en el segmento de acciones como en el de títulos de deuda privada. Los volúmenes transados en estos nichos son bajos y el acceso escaso. Acelerar su progreso requiere un conjunto articulado de estrategias de mediano plazo. Para llenar este vacío el gobierno del Presidente Santos propuso la Hoja de Ruta del Mercado de Capitales. Infortunadamente ésta no ha logrado consolidarse como una política pública. Luego planteó la elaboración de un CONPES del Mercado de Valores. El trabajo que se viene realizando para éste conserva algunos de los elementos que se habían definido en la Hoja de Ruta e introduce otros que, en concepto de los jugadores que interactúan en este mercado, contribuirían a solucionar los principales problemas.
Superados los desequilibrios del sistema financiero colombiano, con un parte de victoria en términos de su estabilidad y solidez, no puede perderse la ocasión de trabajar en busca de su profundización y de la ampliación en el acceso. Por tanto, se requiere una agenda de promoción del mercado de capitales consistente y sostenida, que la eleve al rango de una política de Estado.