En los países que tienen mercados financieros profundos y líquidos, las tasas de interés se constituyen en elementos esenciales que determinan las decisiones de inversión o financiación de los agentes, puesto que a través de ellas se mide el costo del dinero en la economía. Estos indicadores son los cimientos para el correcto desarrollo del mercado de valores, debido a la influencia que tienen sobre los mercados de bonos y de derivados.
El relanzamiento del IBR el primero de agosto de 2012 es la respuesta de los principales actores del sistema financiero a adecuar el indicador a los más altos estándares de gobierno, y permitirle al mercado de dinero contar con una tasa que refleje adecuadamente sus condiciones de oferta y demanda.
Este cambio busca que el indicador se posicione como la medida de las condiciones de liquidez en el corto plazo y como una alternativa a la DTF. No en vano, se han logrado indexar una gran cantidad de recursos y lograr que se desarrolle un mercado de derivados estandarizado y OTC (Over the Counter), cuya tasa de referencia es el IBR.
El esquema de formación del IBR tiene ventajas, respecto a esquemas como el de la Libor, debido a que los bancos participantes comprometen recursos en los diferentes plazos. Esto obliga a las entidades a reportar las tasas que efectivamente son utilizadas para realizar sus operaciones en el mercado o para desarrollar estrategias de cubrimiento, entre otras.
Asimismo, es poco probable que en la formación de este indicador se presenten manipulaciones por conductas inapropiadas de los participantes del mercado, con lo cual el IBR se constituye en una tasa de referencia que genera confianza en los inversionistas que empiezan a utilizarlo en sus portafolios de inversión.