La coyuntura para Colombia ha sido muy favorable. La economía creció cerca de 6% en 2011, la inflación luce controlada y el desempleo se reduce y está bajo. El interrogante es si Colombia será capaz de superar las barreras que impiden que su crecimiento sea sostenible.
El principal motivo de inquietud radica en que los países emergentes se han beneficiado del lento crecimiento en el mundo industrializado, porque su política monetaria laxa ha significado bajas tasas de interés y abundantes flujos de capital. Colombia ha resultado favorecida porque es en un destino atractivo para la inversión por su bajo riesgo soberano. No obstante, si se desata una crisis económica en Europa, la disminución del crecimiento mundial afectará a Colombia.
Otra barrera para el crecimiento es que está concentrado en minas e hidrocarburos. La excesiva especialización en él es inconveniente por la inhibición en el crecimiento de otros sectores y por el futuro del petróleo como fuente de la energía mundial. La dependencia del petróleo se reducirá en el mediano plazo. No es sano especializarse en una industria cuyas perspectivas están sujetas a fuertes variaciones de los precios.
Otros obstáculos que impiden el crecimiento son la desigualdad y la pobreza. Estas pueden ser reducidas con políticas públicas efectivas. No se trata simplemente de hacer más progresiva la tributación, sino de focalizar mejor el gasto. Si se abusa de la progresividad tributaria, el resultado será una mayor evasión y desincentivos a la inversión.
Una cuarta talanquera al crecimiento es la informalidad. Esta es un síntoma de que las vías formales son costosas. Las autoridades deben trabajar en abaratar la formalidad y en corregir las imperfecciones del mercado laboral.
También como barrera para el crecimiento está la informalidad tributaria. Teniendo en cuenta que se recuperó el control de las finanzas públicas, el propósito de la reforma tributaria podría ser repartir la carga de forma transparente y no de incrementarla. No parece conveniente que se aplique otra dosis de la “minirreforma” tributaria de 2010, que incrementó los recaudos fiscales de manera considerable. Es decepcionante que el borrador de reforma elimine el desmonte del 4 por mil.
Otra traba para el desarrollo económico en Colombia ha sido el quebrantamiento del orden público, ligado al narcotráfico y al ejercicio de la violencia por los grupos al margen de la ley. Aunque ha habido un progreso inmenso en la última década en este campo, Colombia continúa siendo el séptimo país más violento del mundo, y el sexto con mayor número de desplazados.
Colombia todavía debe esforzarse más para terminar de comprar su tiquete a la prosperidad.
Nunca como hoy se ha planteado de manera más patente la relación existente entre el desarrollo económico y el del sector financiero. El país de los próximos años requerirá de cuantiosas inversiones y de un sector financiero sólido que las financie. Es hora de liberar la fuerza creadora de la banca en Colombia.