La principal actividad de las entidades bancarias es la intermediación financiera, mediante la captación de los excedentes de liquidez en la economía y la colocación de recursos, principalmente, por medio de créditos otorgados al público. No obstante, la banca privada ha adquirido otras obligaciones con el gobierno, las autoridades y la población, que no son propias de la operación bancaria pero han representado altos niveles de inversión para las entidades.
Las responsabilidades de los bancos han trascendido más allá de su objeto social, volviéndose un aliado estratégico para el gobierno por su eficiencia en el desarrollo de actividades propias de las instituciones estatales como el recaudo de impuestos, el manejo de los recursos públicos destinados para salud y el pago de los aportes a la seguridad social. Asimismo, han sido constantes los esfuerzos realizados por los bancos para garantizar a los clientes y usuarios bancarios, seguridad física e informática y la frecuente creación de programas de educación básica y financiera.
El recaudo de impuestos es un proceso importante para las finanzas del Estado y de la población en general. Los establecimientos bancarios han sido unos aliados estratégicos para las instituciones estatales encargadas de estos procesos, gracias a los canales puestos a disposición de los contribuyentes para cumplir con sus obligaciones tributarias y al capital humano encargado de procesar toda la información que, posteriormente, es reportada a los entes estatales.
Otra de las grandes tareas en las que las entidades financieras se han convertido en un colaborador del Estado es la relacionada con el flujo y control de los recursos públicos. Existen diferentes mecanismos y herramientas que ayudan en estas tareas. Dentro de estos se encuentran las “cuentas maestras” del Sistema General de Seguridad Social en Salud, la Planilla Integrada de Aportes y la dispersión de pagos y subsidios.
La inseguridad ciudadana ha tocado las puertas de los bancos, situándolos en la condición de colaboradores de las autoridades para evitar al máximo los robos y fraudes cometidos contra los usuarios y clientes bancarios, y en ocasiones como víctimas. Asimismo, el lavado de activos y la financiación del terrorismo son flagelos que han tenido que enfrentar las entidades financieras. Sobre estos asuntos, es importante recalcar la necesidad del trabajo mancomunado entre diferentes sectores, actores y autoridades.
Por su parte, los bancos se han comprometido con la sociedad para propender por una mejor educación financiera. Para esto, además de diseñar programas de educación financiera para mejorar los hábitos transaccionales de los clientes y usuarios del sistema bancario, el sector financiero ha sido un actor importante para trabajar con los órganos rectores en la educación financiera desde la misma infancia.