Los avances de Colombia en materia de inclusión financiera en los últimos años son innegables y demuestran que un sector financiero sólido, junto con unas iniciativas gubernamentales orientadas a facilitar el acceso de toda la población a productos de ahorro y crédito, resultan ser una buena combinación. Sin embargo, es claro que los retos por venir representan desafíos importantes en materia de innovación y modernización, tanto desde el punto de vista de los productos y servicios ofrecidos por los bancos, como del marco institucional y normativo que regula al sector.
El indicador de bancarización, medido como la relación entre el número de personas mayores de edad con al menos un producto financiero sobre el total de la población adulta, creció de manera sostenida en los últimos 5 años y en términos de cobertura de la infraestructura financiera los avances también han sido importantes. Se resalta la figura de Corresponsales No Bancarios que permitió llevar servicios financieros a 270 municipios del país, que hasta 2006 no contaban con presencia bancaria.
No obstante, Colombia se encuentra lejos de alcanzar los resultados de las economías desarrolladas e incluso presenta indicadores por debajo de economías de similar nivel de ingreso. Como lo muestran experiencias exitosas en otros países, la masificación, uso y aceptación generalizada de instrumentos de pago, requiere además de un esfuerzo de la banca, de iniciativas públicas, en general de trabajo conjunto entre los diferentes actores involucrados.
Los retos de coyuntura que presenta el proceso de inclusión financiera se pueden resumir en cuatro grandes grupos: fortalecimiento de los sistemas de pago electrónicos, formalización, desarrollo de la banca móvil y acceso a la información.