Durante la última década el desarrollo económico de Colombia, como el de otros países emergentes se aceleró gracias a los altos precios de los productos de exportación, las bajas tasas de interés mundiales y unos abundantes flujos de capital. En la coyuntura actual ese entorno externo empieza a desmejorar. Con la desaceleración de los países emergentes más grandes, se afirma una tendencia a la baja de los precios de los productos primarios. Debido a las expectativas sobre la normalización de la política monetaria en los Estados Unidos, los excesos de liquidez en los mercados internacionales amenazan secarse. La inminencia de una extinción gradual de la expansión cuantitativa en esa economía aumentó la pendiente de las curvas de rendimientos alrededor del mundo, con lo cual encareció la financiación de largo plazo, en una tendencia que podría prolongarse al materializarse ese peligro. Por último, una mayor aversión global al riesgo desvalorizó los activos denominados en las monedas emergentes y podría agravar este efecto riqueza negativo en estas economías.
Ante el desvanecimiento de los impulsos externos, las economías emergentes deben incrementar su productividad, para sostener su crecimiento económico. La mayor productividad les permitió a algunas de ellas alcanzar altas tasas de crecimiento sostenido por largos períodos y diversificar su oferta de bienes transables. Esta diversificación hizo posible que se integraran a cadenas globales y regionales de producción, que estimularon su expansión. Con excepción de Costa Rica y México, las economías latinoamericanas no tuvieron éxito en la diversificación de su producción, porque fueron incapaces de generar en la última década incrementos sostenidos de la productividad, que les permitieran estrechar la brecha que las separa en este aspecto de las más avanzadas y de otras emergentes que diversificaron las suyas. La baja productividad le resta competitividad a su oferta de bienes comercializables en los mercados domésticos y en los internacionales.
Para estar en capacidad de crear episodios sostenidos de incremento de su productividad, que los conduzcan a una transformación estructural de su producción de bienes transables, en la cual disminuya el protagonismo de los productos primarios y los recursos naturales, en favor de los más sofisticados de media y de alta tecnología, los países latinoamericanos deben mejorar la competitividad de sus economías.
Para aumentar su competitividad, de manera que se incremente la productividad y ésta contribuya a la diversificación de su producción, Colombia debe mejorar la calidad de la educación, hacer más eficiente y flexible su mercado laboral, profundizar y ampliar el acceso a sus mercados financieros, ensanchar sus mercados externos, conseguir un funcionamiento más eficiente de sus mercados domésticos, aumentar la habilidad para aprovechar, adaptar e incorporar tecnología avanzada y mejorar la calidad y ampliar la cobertura de su infraestructura vial. También requiere lograr una gestión estatal más eficiente, que reduzca la criminalidad y la corrupción, que asegure el cumplimiento de los contratos e impida la malversación y la dilapidación de los recursos públicos. Solo de esta manera, el país podrá acelerar su crecimiento económico, para continuar disminuyendo el desempleo y la pobreza, con el fin de aumentar el bienestar de su población.