El acceso a los servicios financieros formales por parte de la población, tiene una relación positiva con el crecimiento económico. Datos con corte a marzo de 2013 reflejan que la meta del 68% de población bancarizada, establecida en el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014: Prosperidad para Todos, se superó antes de lo previsto, llegando a 69,2%. Esto es sin duda el reflejo de una banca que en los últimos años ha venido migrando de una situación en la que su principal objetivo era la prestación de servicios a las grandes corporaciones y a los segmentos poblacionales de mayores ingresos, a otra en la que su atención está en atender personas naturales, en particular la clase media y la base de la pirámide poblacional, en lugares recónditos y apartados, y a costos reducidos, o aun sin costos.
Los resultados son contundentes. El número de los corresponsales bancarios se ha quintuplicado con la apertura de 31.338 nuevos corresponsales en los últimos tres años, alcanzando un cubrimiento del 99% del territorio nacional. La cercanía generada con la población, que encuentra el banco en su tienda de barrio o supermercado ha permitido una evolución exponencial en su utilización, ejemplo de ello es que durante el primer semestre de 2013 se realizaron 40 millones de transacciones por valor de $8.9 billones.
De otro lado, el diseño regulatorio planteado entorno a simplificar el trámite de apertura de los productos financieros, facilitó la oferta de servicios a través del teléfono celular. En estos productos, que permiten débitos mensuales hasta por 3 smmlv, no se cobra cuota de manejo, no se exige un depósito mínimo inicial, ni un saldo mínimo, como sí ocurre en las cuentas de ahorro tradicionales. Adicionalmente, en algunos de ellos se ofrecen transacciones ilimitadas de forma gratuita y, en otros casos, los costos son realmente bajos, de manera que se ajustan a las necesidades y condiciones de la población colombiana, sobre todo la de bajos recursos. Esta apuesta ha sido acompañada por el Congreso de la República que generó dos incentivos fundamentales: la eliminación del 4 por mil para estos productos y la devolución de dos puntos del IVA por compras con banca móvil.
Por el lado del acceso al crédito el Gobierno ha mostrado su compromiso con la revisión de la metodología para el cálculo del IBC de microcrédito y la reglamentación del factoring. Además, el trabajo conjunto con el Congreso permitió el impulso de las leyes de libranza y de Garantías Mobiliarias. La tarea pendiente en este frente está en generar un nuevo tipo de crédito, el microconsumo, que sea una alternativa al gota a gota. Se ha planteado que sea para personas naturales, que requieran financiación de bajo monto y que se reconozca una tasa de interés ajustada a este tipo de riesgo.
Especial mención merecen también los avances en materia de protección al consumidor, los cuales contribuyen a la generación de confianza al establecer reglas claras para el trámite de quejas y la responsabilidad de la entidad financiera, que ha entendido que el cliente es lo más importante.
Este entorno está contribuyendo a aumentar la productividad y el bienestar de los usuarios del sistema financiero.