El lento ritmo de la actividad económica en Colombia en el primer trimestre de 2013, hizo evidente otra vez la inconveniencia del patrón de crecimiento que sigue la economía colombiana. Este se basa en la expansión de los sectores minero energético y el de bienes no transables, junto con un exceso pronunciado de la demanda interna, financiado con abundantes flujos externos. El crecimiento de esos sectores se produjo en detrimento de la industria y la agricultura. La competitividad de estas ramas productoras de bienes transables se deterioró por la apreciación real causada por el boom minero, de manera que son incapaces de sostener su expansión cuando la competencia con productos de economías más productivas se intensifica, como consecuencia de un incremento menos dinámico de la demanda.
Como es previsible un lento crecimiento de la economía mundial en los próximos años, es probable que el auge minero energético aminore. Al mismo tiempo, el retiro del relajamiento cuantitativo (QE) y la posterior normalización de la política monetaria en Estados Unidos y otras economías avanzadas, encarecerán la financiación externa y reducirán su magnitud. Por estos motivos el crecimiento de la economía colombiana debe re-balancear sus fuentes. Para lograrlo se requiere, por una parte, aumentar la productividad para mejorar la competitividad de la industria y de la agricultura, de manera que pueden convertirse en motores de la actividad económica y la generación de empleo. Y por otra parte, remover las trabas institucionales para la inversión privada.
Los indicadores líderes de la producción y la demanda presagian una aceleración del crecimiento doméstico a partir del segundo trimestre de 2013, mientras que las mejores perspectivas de expansión de la economía mundial y el comercio internacional en 2014 sugieren la posibilidad de un retorno de la economía colombiana a su tasa de crecimiento potencial. Sin embargo, estas previsiones pueden frustrarse por un encarecimiento prematuro de la financiación doméstica de largo plazo, como consecuencia de la alta volatilidad generada en los mercados internacionales por las advertencias de la Fed sobre el desvanecimiento paulatino del QE.
Para prevenirlo, las autoridades pueden contribuir a disipar la incertidumbre y a reforzar la confianza de los inversionistas domésticos, mediante algunas medidas. En primer lugar, pueden detener la acumulación de reservas internacionales, que no luce necesaria en la coyuntura actual, cuando la salida de flujos de portafolio devalúa la tasa de cambio. En segundo lugar, pueden suministrar la liquidez permanente mediante la compra de TES en el mercado secundario, con lo cual amortiguarían su desvalorización, al proveer una demanda adicional. En tercer lugar, como insinuó el Ministro de Hacienda, pueden re-balancear las fuentes de financiación del Gobierno Nacional, para evitar una mayor emisión de TES, optando por el crédito con las instituciones financieras domésticas, con preferencia sobre los préstamos de las multilaterales, que presionarían la tasa de cambia a la baja. Por último, pueden permitir una reclasificación de los TES en las cuentas de las entidades financieras, para reducir sus pérdidas, que podrían deteriorar su relación de solvencia y reducir su capacidad de otorgar crédito.