La expansión que experimentó la economía colombiana hasta 2014 tuvo un carácter heterogéneo entre las diferentes regiones del país. En efecto, después de 10 años de crecimiento, solo Bogotá, Antioquia y Valle contribuyeron con casi 50% del PIB nacional. El sistema financiero colombiano, por su parte, se constituyó como el catalizador de dicho crecimiento al expandirse a ritmos mayores que la actividad productiva, un hecho que desde luego se reflejó en una mayor irrigación del crédito en la economía. No obstante, a pesar de haber beneficiado a todos los sectores económicos, dicha expansión del crédito se ha dado también de forma asimétrica entre las regiones del país.
La existencia de una relación positiva entre profundización financiera y crecimiento económico es de vieja data. El mayor crecimiento económico y el financiamiento asimétrico del crédito en algunas regiones permiten comprender que no todos los departamentos han logrado sacar provecho de los beneficios que trae el sector financiero para acelerar su crecimiento, apalancar la actividad productiva e imprimir una mayor dinámica económica.
Este resultado plantea que la profundización financiera regional se constituye como uno de los grandes desafíos en los próximos años en el propósito de continuar luchando por el cierre de las brechas regionales. Pero no solo en materia de actividad productiva sino en materia social, un factor que luce crucial de cara a un eventual posconflicto. Este camino, sin embargo, es un reto producto de múltiples elementos que explican el atraso relativo entre departamentos y en cómo estos constituyen barreras para el acceso al crédito.
Uno de los más importantes es la elevada tasa de informalidad. Departamentos con mayores niveles de informalidad presentan menores niveles de profundización financiera, pues las presiones tributarias, entre otras, se constituyen como razones para que las personas y empresas decidan no formalizar sus actividades. Esto, sin duda, impone serias restricciones al acceso al crédito formal.
Esto se ve reflejado aún más cuando comparamos la cartera de microcrédito y la informalidad. Los departamentos más informales cuentan con una profundización del microcrédito mayor, debido a que las condiciones para acceder al microcrédito son más laxas y cubren mejor el riesgo al tener una tasa de interés por encima de la tasa de usura. Esto implica que los esfuerzos del gobierno y la banca para incluir a las personas informales al mercado de crédito formal han sido exitosos.
El nivel educativo de la población, por otro lado, también juega un papel importante en las dinámicas que puede seguir una sociedad en materia de profundización financiera, ya que su formación puede fomentar el interés por sofisticar sus actividades productivas. De igual forma, en los departamentos donde la institucionalidad es débil, los gobiernos son más propensos a ser más corruptos o a generar poca confianza, lo que disminuye el incentivo a realizar nuevas inversiones.
Son precisamente estos hechos los que necesitamos superar si queremos solucionar estas asimetrías y eliminar las brechas regionales en el acceso al crédito. Por lo tanto, necesitamos comenzar a fomentar acciones que permitan su superación. La próxima reforma tributaria se concibe con un escenario ideal para comenzar a materializar estas acciones, pues debe propender por eliminar los incentivos perversos hacia la informalidad. También es necesario mejorar los sistemas de información y flexibilizar las tasas de interés con el fin de llegar a una mayor población. Asimismo, una política educativa que incluya la educación financiera y promueva la búsqueda de oportunidades por parte de los individuos, así como un mayor fortalecimiento de las instituciones locales que promueva la confianza para nuevas inversiones en los territorios, luce imperativa para este propósito.
La banca continuará irrigando la mayor cantidad de créditos en la economía a pesar de las adversidades económicas de la coyuntura actual, pero las tareas tendientes a eliminar las asimetrías de financiación regional no dan espera.
Fuente: La República