• El brote del COVID-19 ha transformado el panorama económico a nivel mundial. A la interrupción de las cadenas internacionales de suministro, la desaceleración de la demanda y las cuantiosas pérdidas que han experimentado los mercados de capitales, se suma la incertidumbre sobre el tiempo que durará en erradicarse el virus y la magnitud de su impacto sobre la economía global.
• Para enfrentar esta situación, algunos países han optado por cerrar sus fronteras e, incluso, establecer cuarentenas, ralentizando su comercio exterior, el flujo de turistas y la demanda interna. Al respecto, las autoridades económicas han tomado decisiones, tanto monetarias como fiscales, con el ánimo de brindar mayor liquidez a la economía y proteger a los hogares y empresas afectadas por la paralización de la actividad productiva.
• En el caso colombiano, la materialización de este riesgo no contemplado, aunada al rompimiento del acuerdo entre Rusia y la OPEP, ha generado choques de oferta y demanda de gran magnitud que han afectado ostensiblemente indicadores como la prima de riesgo y la cotización del peso colombiano frente al dólar, entre otros.