• Una buena reputación se constituye en un activo fundamental para toda empresa que
pretenda ser competitiva en el mercado. En una industria como la bancaria, donde en
todas las transacciones se basan en confianza, esta es aún más relevante. Pretender que
la reputación se construya por sí sola puede ser un error. Este activo requiere trabajo,
acciones específicas y sobretodo mucha constancia.
• No existe una metodología universal para medir el éxito o fracaso de las acciones
reputacionales. Sin embargo, existe una serie de pautas que ayudan en este proceso,
tales como la adecuada identificación de los grupos de interés, una ponderación de sus
pesos y el entendimiento de sus necesidades. Este último paso requiere de diálogos
francos con los stakeholders.
• Al analizar distintos índices nacionales e internacionales de reputación en la banca, se
encuentran marcadas diferencias tras la crisis de 2008: una rápida pero cortada
recuperación en Norteamérica, contrastada con un panorama complejo en Europa y un
crecimiento desbocado en Asia, impulsado por los avances en infraestructura y la solidez
internacional.