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- La vivienda usada se consolida como una inversión estable y rentable, ofreciendo flexibilidad en ubicación, acceso inmediato y menores retrasos en la entrega.
- A pesar de la reducción en los desembolsos desde 2021, la vivienda usada sigue representando más del 30% del mercado hipotecario gracias a su accesibilidad y atractivo para inversionistas y familias.
- Dados los cambios en las preferencias de los hogares, las restricciones que impiden construir nuevas viviendas cerca de zonas centrales y las condiciones de financiación de los últimos años, la vivienda usada aparece como un segmento de mercado que puede ayudar a solucionar necesidades habitacionales de las familias. Bajo esta lógica, alternativas como los subsidios a la compra de vivienda usada, la creación de programas de arriendo o el fomento a figuras como el coliving pueden ser líneas de trabajo interesantes para el mediano plazo.
- Si bien la vivienda usada no cuenta con los mismos atributos dinamizadores de la economía y el empleo con los que cuenta la vivienda nueva, resulta fundamental pensar en las posibilidades que puede tener este segmento para dar solución a las familias más vulnerables, dados los múltiples mecanismos que pueden permitir ampliar el acceso a este mercado.