• El consumidor financiero debe hacer frente a un cambiante entorno económico y financiero que constantemente pone a prueba sus conocimientos y habilidades para entender riesgos y oportunidades. Por ello, resulta fundamental el fortalecimiento de las competencias financieras, tal y como se ha determinado en diversos documentos de política pública nacional.
• Desafortunadamente el panorama en Colombia no es alentador. Si bien ha crecido el número de iniciativas a lo largo de la última década, el indicador de educación del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) presenta un retroceso frente a su edición 2013. Esto significa que, si bien a través de estas iniciativas se está llegando a más personas, no se está logrando el impacto deseado.
• Corregir este escenario solo es posible mediante evaluaciones de todos los componentes que conforman una intervención de educación financiera. Esto permitirá determinar dónde deben estar los recursos invertidos y tomar la decisión de clausurar proyectos que, aunque bien intencionados, no llevan a cambios de hábitos sostenidos en el tiempo, siendo este el único propósito real de cualquier iniciativa de educación financiera.