La situación actual, enmarcada en un escenario de riesgos e incertidumbre, configura un contexto retador puesto que los mecanismos de transmisión de política monetaria tienden a ralentizarse, particularmente en aquellos segmentos más riesgosos. En efecto, si bien segmentos como el microcrédito y comercial han respondido con eficacia la transmisión de la política monetaria, segmentos como el de consumo y tarjetas de crédito no han respondido con la misma celeridad como consecuencia de i) los rezagos característicos de los mecanismo de trasmisión en estos segmentos, ii) los elevados niveles de riesgos, tanto macroeconómicos como financieros, que están afectando las dinámicas de consumo y que se han venido exacerbando en un contexto de fuertes ajustes en la demanda interna y iii) del deterioro de los indicadores de calidad en estos segmentos.
• Asobancaria rechaza los señalamientos acerca de la existencia de obstáculos artificiales en la transmisión de tasas al consumo, señalamientos que parecen obviar los factores estructurales de los mecanismos de trasmisión en estos segmentos, que en condiciones económicas como las que hoy atraviesa la economía pueden alcanzar hasta los 16 meses. Rechaza también aquellos señalamientos que sugerían una apropiación de los márgenes de intermediación, afirmaciones que carecen de sustento. De hecho, no solo los márgenes de intermediación han permanecido constantes sino que los ratios entre cartera vencida y rentabilidad por margen en estos segmentos se han venido incrementando de forma notoria, lo que evidencia que los niveles de cartera vencida representan hoy una mayor proporción de la rentabilidad del sistema.
• El Gobierno, acogiendo la propuesta de algunos gremios, decidió cambiar la periodicidad de la certificación de la tasa de usura que rige para los créditos de consumo, con la premisa de que esta medida contribuiría a darle celeridad a la trasmisión de las tasas en este segmento. Si bien la banca acata y respeta este tipo de cambios metodológicos, y reconoce que podrían contribuir a dinamizar las señales del mercado tanto en periodos bajistas como alcistas de la TPM, cree importante subrayar que podría terminar siendo inocua para los fines que la motivan. Presentar esta medida como “instrumento” de transmisión monetaria, no solo parece erróneo, sino inapropiado.
• Quienes abogan por esta medida argumentando que permitirá presionar a la baja las tasas de consumo pasan por alto el hecho de que los determinantes de la formación de precios (tasas de interés) se mantendrán inalterados mientras persistan los actuales niveles de riesgo y no termine de gestarse en su totalidad la transmisión de la política monetaria a las tasas de los créditos de estos segmentos.
• Asobancaria invita a que las discusiones alrededor de la tasa de usura se den con un enfoque mucho más estructural. El país debe retomar las discusiones que se han dado en años previos, cuando este mismo Gobierno coincidía en que los límites a las tasas de interés se constituían como un palo en la rueda en los procesos de inclusión y profundización financiera. Asobancaria reitera, al igual que lo ha venido haciendo ANIF y Fedesarrollo, que la tasa de usura limita la libre competencia en la formación de precios, restringe la oferta de crédito y termina obligando a las entidades financieras a canalizar la mayor parte de los créditos hacia sectores con menores niveles de riesgo, un hecho que paradójicamente termina excluyendo del acceso al crédito a la población informal y de bajos recursos. Estos son los debates que el país debe encarar. Colombia tiene retos importantes en materia de profundización e inclusión financiera que serán difíciles superar si se encaran de forma acertada los obstáculos y talanqueras que continúa exhibiendo el país en estos frentes.