El panorama económico local se ha tornado más desafiante frente a lo previsto por el mercado, los analistas y el propio Gobierno meses atrás. El anhelado proceso de recuperación, previsto inicialmente para 2017, empezará a materializarse en 2018. Aun así, si bien esta larga fase de ajuste terminó transmitiéndose, como era natural, en unos menores ritmos de crecimiento del crédito, lo cierto es que aún se mantienen en niveles saludables y continúan siendo proclives a una mayor profundización financiera, hoy cercana al 46%.
• Si bien los niveles de morosidad de la cartera han presentado incrementos notorios (aunque acordes con la actual fase del ciclo), los niveles de cobertura de la cartera se mantienen holgados en medio de la adecuada gestión de riesgos que ha venido realizando la banca.
• La batería de indicadores que alimentan los escenarios y el actual balance de riesgos, así como los ejercicios de backtesting a través de nuestro Indicador de Alerta Bancaria (IAB), sugieren que los niveles de tensión, que meses atrás se preveían menores frente a los de 2016, se mantendrán a lo largo de 2017 en un rango medio-alto. Tan solo hasta el primer semestre de 2018 empezarán a acercarse hacia niveles mediobajo en medio de un escenario macroeconómico menos adverso. En este contexto, el crecimiento de la cartera a nivel agregado bordearía el 5,7% real durante 2017, lo que configuraría una desaceleración moderada frente al crecimiento de la cartera en 2016, cuando fue de 6,1%.
• Para 2018 las condiciones se tornarán más favorables para la demanda interna en medio de una mayor confianza y unas mejores condiciones para el consumo y la inversión, de allí que nuestros modelos de riesgo nos permitan proyectar crecimientos de la cartera más cercanos al 6,8% real. Este crecimiento configuraría una aceleración de 1,1 puntos porcentuales respecto a 2017, producto de un mejor panorama económico y un balance de riesgos más acotado