El desarrollo de un sector industrial moderno es fundamental en la consolidación del crecimiento de la economía en el mediano plazo, más aun teniendo en cuenta la pérdida de liderazgo del sector minero energético por cuenta de los bajos precios de los commodities. Actualmente, la reversión del ciclo económico, el endurecimiento de la política monetaria, y otros factores coyunturales como las medidas unilaterales en materia comercial de nuestros países vecinos y algunos paros en materia agrícola y de transporte, han configurado un panorama complejo para la industria del país. Sin embargo, sobre estas dificultades se han establecido un conjunto de creencias poco alineadas con la realidad de las cifras, un hecho que puede terminar distorsionando las recomendaciones de políticas para el sector.
El primer mito se refiere a que la reciente recuperación del sector obedece de manera exclusiva a la reapertura de la Refinería de Cartagena (Reficar). Esta creencia es, sin embargo, errónea, ya que si bien el sector de refinación ha contribuido notablemente con la reciente expansión de la industria (crecimiento a ritmos de 20,6%) no es el único con expansiones importantes. El subsector de elaboración de bebidas, por ejemplo, que crece a ritmos del 16,5%, ha venido también contribuyendo con la dinámica de recuperación. De hecho, el sector sin refinación está creciendo a tasas de 2,5%, un ritmo superior al observado en años anteriores.
Se señala también que, pese a la recuperación, los aún incipiente ritmos de crecimiento de la industria son causa de la excesiva demanda de bienes industriales importados. Lo anterior es difícil de sustentar ya que, por el contrario, la aceleración del sector (sin refinación), acompañado del débil crecimiento de las exportaciones industriales, responde a un aparato productivo que en efecto se encuentra sustituyendo importaciones con producción nacional. Y es que las cifras son tozudas, las exportaciones del sector industrial continúan cayendo a ritmos de 9,7%, las importaciones del sector han retrocedido en más de 23% durante lo corrido del año y el crecimiento de la producción bordea 5,3%.
El tercer mito consiste en que la actual dinámica de las exportaciones se debe a los diferentes Tratados de Libre Comercio (TLC) que ha firmado el país en los últimos años. Si bien parte de esta premisa se puede controvertir con el ya señalado descenso de las importaciones industriales, también con el hecho de que los principales países destino de nuestras exportaciones industriales continúan siendo nuestros vecinos, países con quienes no tenemos tratados de libre comercio per se y quienes también vienen experimentando un proceso de desaceleración. De hecho, cabe resaltar que a pesar del débil crecimiento de Estados Unidos y la Unión Europea, hemos logrado aumentar las exportaciones no tradicionales hacia estos destinos.
Por último, se ha venido popularizando la idea de que la industria es ineficiente porque, a pesar de la devaluación, las exportaciones del sector no muestran mayor dinamismo. Pero hay que señalar que la devaluación con respecto al dólar es un tanto engañosa en la medida en que nuestros competidores directos han experimentado devaluaciones similares. Hay que descontar, adicionalmente, que en economías como la de Estados Unidos, con quien en términos reales nos hemos devaluado, la demanda interna ha venido perdiendo dinamismo.
En síntesis, aunque el país requiere una agenda de desarrollo productivo donde la industria sea uno de sus pilares, es importante que las recomendaciones y acciones respondan a un diagnóstico amparado en las cifras. Es de vital importancia, en este contexto, que el trámite del Conpes de Política de Desarrollo Productivo y de Ciencia, Tecnología e Innovación, se dé con la celeridad adecuada. Sin duda, la puesta a punto de una política industrial coordinada entre el sector privado y los entes gubernamentales resulta ser un paso determinante.