En los últimos años, se han evidenciado varios casos de detrimento del medio ambiente y afectación de comunidades por cuenta de la ausencia de un adecuado análisis sobre los impactos de los proyectos de inversión. Las Entidades Financieras, como piezas fundamentales para el financiamiento de este tipo de proyectos, se han visto involucradas por problemas de reputación, materialización del riesgo de crédito, entre otros.
Las entidades financieras han venido implementando sistemas de Análisis de Riesgos Ambientales y Sociales (ARAS) en sus procesos de evaluación tradicionales buscando evaluar y cuantificar el impacto de financiar ciertos proyectos de inversión. Estos esquemas les permiten no solo mitigar los riesgos a los que se exponen gracias a un mejor conocimiento de sus clientes, sino que además hallan nuevas oportunidades de negocio, como por ejemplo, la generación de productos verdes.
A nivel internacional se destacan las políticas y buenas prácticas que han implementado bancos como el Westpac y el Commbank de Australia, Bradesco de Brasil, Danske Bank de Dinamarca y Banorte de México. Estas entidades reconocen la importancia de incluir los temas ambientales y sociales dentro de su estrategia de negocio. Esto les ha generado reconocimiento y buena reputación gracias al impacto positivo de sus acciones sobre el entorno en el que operan y su adherencia a los estándares internacionales más relevantes en esta materia.
En Colombia se han generado iniciativas importantes tomando como punto de partida la suscripción del Protocolo Verde en el año 2012. Aunque a la fecha no existe regulación vigente que obligue a las entidades a generar este tipo de análisis para los proyectos, por iniciativa propia se ha avanzado bastante en el tema de capacitaciones e implementación al interior de varias entidades.
Los principales retos del sector financiero colombiano sobre el tema son: (i) lograr que cada entidad evalué la naturaleza de sus operaciones, a fin de construir e implementar un ARAS que sea acorde con su modelo de negocio y apetito de riesgo; y (ii) considerar la aplicación de este esquema en todas sus áreas de operación y no solo para la evaluación al momento de financiar proyectos de inversión.