Con cierta frecuencia emerge en el debate público la discusión sobre la calidad y el precio de los servicios financieros. Sin embargo, estos debates, fundamentados en ideas erróneas que han venido estando arraigadas en el imaginario colectivo, pierden sustento cuando se confrontan con el rigor de las cifras. El fin último de estas discusiones parece ser, infortunadamente, el de promover leyes que vayan en contravía del desarrollo del sistema, con el posterior incremento del riesgo regulatorio del sector.
Recientemente se ha venido planteado, por ejemplo, la idea de que la banca debe eliminar por completo el cobro de los productos y servicios financieros. Una idea sin duda loable, pero que no debe ser el resultado de ajustes en el marco regulatorio, sino consecuencia natural de la intensa competencia que experimenta el sector. Hacerlo por la vía normativa puede, contrario a lo que se cree, afectar la actividad de forma considerable. Pero lo que verdaderamente desconoce este tipo de iniciativas es que el sector bancario colombiano es, hoy en día, de los menos costosos y de los de mejor calidad en la región.
Un análisis simple, pero basado en el rigor de los datos, muestra precisamente que los precios de los productos y servicios financieros que ofrece la banca en Colombia han venido creciendo por debajo del ritmo de crecimiento de los precios de la economía e, incluso en algunos periodos, han registrado importantes reducciones. En el año 2012, por ejemplo, cuando los precios de la economía crecían a ritmos de 3,0%, los precios de los productos financieros caían a ritmos de 13%, ello en respuesta a los avances en materia de reducción de costos asociados a las cuentas de ahorro y, en el caso de algunas entidades particulares, a la gratuidad en muchos de los servicios que prestan.
El análisis comparativo de los costos frente a los estándares internacionales es también ilustrativo. En efecto, los costos de los productos financieros de la banca colombiana aparecen por debajo del promedio regional, con bajos costos en cuentas de ahorro así como en transacciones telefónicas y virtuales. En materia de costos de cuota de manejo de la cuenta de ahorro, la banca también se ubica por debajo del promedio regional con tarifas que, ponderando por paridad de poder adquisitivo, están incluso por debajo de la mitad de lo que cobra el sistema chileno, el más caro de la región. La Banca en Colombia es, además, de las que menos cobra por los servicios telefónicos y por internet.
También desconocen quienes promueven estos debates que estas reducciones en precios han venido acompañadas de una mejora en la calidad, que registra hoy día incrementos superiores a 50%. Es así como en materia de quejas y reclamos, estas pasaron de 31 por cada 100.000 transacciones en 2007 a solo 16 en 2015, lo que representa una eficiencia de 99% en la prestación del servicio. Lo mismo ha ocurrido en las quejas por productos, en donde los aumentos en calidad bordean 50% y la eficiencia alcanza cerca de 98%.
La estrategia que ha seguido la banca para la reducción de sus precios ha estado alineada particularmente a la masificación de los medios de pago electrónicos (MPE), un factor que ha jugado un papel fundamental en este proceso. Resulta así paradójico que mientras se ha venido legislando de forma desafortunada en la dirección de reducir los incentivos tributarios para la masificación de los pagos electrónicos, cada vez con más frecuencia se presentan leyes (y/o manifestaciones) que buscan forzar a la banca a reducir los costos de los productos y servicios sin ningún sustento diferente a las creencias erróneas sobre la dinámica de costos.
Las cifras son claras y contundentes en señalar que la intervención de los precios vía regulación conduce inevitablemente a un fracaso en los modelos de negocio en términos de calidad, eficiencia y cobertura del servicio. La competencia resulta ser, sin duda, el mejor regulador de los costos y una gestión eficiente de estos redunda, desde luego, en mayores beneficios para los clientes.
Fuente: www.larepublica.co