Existen diversos mecanismos de transmisión a través de los cuales los choques provenientes de la economía internacional pueden generar inestabilidades sobre el sector real. En muchas ocasiones, estos efectos se transmiten a través del sistema bancario, por lo que mantener en constante monitoreo su dinámica y fortaleza luce indispensable para identificar choques adversos sobre el sector real. En América Latina, si bien el sistema bancario no es tan grande como en otras latitudes, sí ha sido una fuente constante de inestabilidad económica a lo largo de la historia. En efecto, la participación de los depósitos y el crédito en el PIB regional se encuentra lejos de los países de ingreso alto y medio alto.
El análisis de la banca en América Latina encuentra un sistema con bajos niveles de riesgo. Sin embargo, existen diferencias que evidencian falencias en ciertos países de la región. México, por ejemplo, posee el mayor deterioro de la cartera morosa y no cuenta con un cubrimiento por encima del promedio en la región. En el otro extremo se encuentra el sistema financiero argentino, pues posee una de las carteras con mayor calidad y con un alto aprovisionamiento. Sin embargo, el riesgo para el país austral no proviene de su dinámica local, sino de la exposición a las fluctuaciones de sus pasivos netos denominados en dólares.
En el caso particular del sistema bancario colombiano se encuentra que, en la mayoría de los casos, sus indicadores se encuentran cerca del promedio regional. El balance que arrojan los indicadores de desempeño, calidad y gestión del riesgo luce positivo y sin mayores rezagos frente al promedio latinoamericano. En algunos casos, como lo es en materia de solvencia y provisiones, la banca en Colombia se destaca a nivel regional.
La dinámica de la banca regional aquí expuesta se muestra acorde con las observaciones más recientes hechas por diversas entidades multilaterales sobre el desempeño de la economía latinoamericana, en las que se resalta la fortaleza y resiliencia que ha adquirido la región ante los choques externos gracias, entre otros factores, a las buenas prácticas del sector financiero. En particular para la banca colombiana, la cautelosa regulación financiera y la adecuada gestión del riesgo se constituyen como las mayores fortalezas del sector y como uno de los activos más importantes con los que cuenta el país en el marco de las políticas macro prudenciales.