Las tendencias de consolidación del sistema financiero en América Latina dan cuenta de unas entidades bancarias de creciente presencia transnacional, aunque con una marcada vocación regional. Por este motivo, los desafíos del sistema financiero en nuestras naciones son cada vez menos individuales y adquieren una dimensión regional. Esta situación nos permite sacar un mayor provecho de las experiencias de cada país, identificando las mejores prácticas ante los problemas comunes.
Algunos de los retos comunes de la banca en América Latina son una mayor inclusión financiera, un desarrollo más acelerado de los medios de pago electrónicos para disminuir el uso del dinero en efectivo, una mayor competitividad y unos menores riesgos operacionales y de seguridad informática. El avance en estos propósitos será fundamental para aumentar el bienestar económico de la población en la región.
A pesar del progreso considerable de la inclusión financiera en los países latinoamericanos en la última década, persisten trabas para brindar un mayor acceso a los servicios financieros en la base de la pirámide. Por eso la región todavía mantiene una brecha relevante respecto a las economías más desarrolladas.
La banca latinoamericana necesita aumentar su competitividad para contribuir al desarrollo de nuestros países de una manera más activa. De forma general, la competitividad de la banca suele estar asociada a mayores niveles de competencia, al coexistir un número más amplio de actores dentro de un mercado, lo cual favorece la eficiencia, reduce los costos y promueve el acceso a los servicios financieros. Pese a la percepción general, la región ostenta niveles de competencia por encima del promedio mundial, incluso supera a los países de alto ingreso. Esto se ve reflejado en la rentabilidad de la banca latinoamericana, que se encuentra muy cerca del promedio de los países de similar desarrollo.
A la par de la administración de los riesgos de mercado, de crédito y de liquidez, la gestión de los riesgos operacionales y la seguridad informática serán uno de los focos de trabajo para la banca latinoamericana en el futuro próximo, en procura de la continuidad del negocio.
Sin duda estos desafíos son algunos de los más apremiantes, pero no los únicos. La responsabilidad socio ambiental, la satisfacción del consumidor financiero, el fortalecimiento del crédito hacia la micro y pequeña empresa, el aumento de la eficiencia, la autorregulación y el control interno son otros temas que tendremos que enfrentar con presteza y dedicación.
En el actual contexto de mayor integración financiera, la existencia de una agremiación como la Federación Latinoamericana de Bancos –FELABAN– se convierte en una necesidad. Esta Federación tendrá en sus manos la provisión oportuna de información acerca de la evolución del negocio a nivel regional y de sus mejores prácticas, la correcta convergencia regulatoria, la estandarización de protocolos, el análisis económico comparado, la creación de conocimiento respecto al papel del sistema financiero en la región y la convocatoria de los actores para participar en espacios de reflexión, análisis y negocios.