Existe una relación directa estrecha entre el crédito, el desarrollo económico y la equidad. Por medio del crédito las personas y las empresas pueden transferir inter temporalmente su ahorro, para adquirir activos cuyos retornos aumentan sus ingresos. Con base en él, se pueden obtener fondos para acumular capital humano, a través de la educación; o para llevar a cabo sus proyectos, mediante la creación de empresas. Estas, a su vez, pueden acumular capital físico, por medio de la compra de edificios, maquinaria y equipo. En ambos casos, como consecuencia de la acumulación de capital financiada con crédito, se aumenta su productividad, de manera que los trabajadores pueden recibir mayores salarios y los propietarios mejores utilidades. Los hogares también pueden adquirir con él bienes de consumo durable para mejorar su bienestar. El crédito les permite además afrontar eventos inesperados de disminución de sus ingresos o de aumento de gasto como el caso de una emergencia, sin deteriorar en el corto plazo su patrimonio. De este modo, el crédito es una herramienta eficaz para promover el desarrollo, combatir la pobreza y reducir la inequidad. Por esto, el acceso al crédito ocupa un lugar central en los esfuerzos por aumentar la inclusión financiera.
Gracias a la colaboración entre las autoridades y la banca, el acceso al crédito en Colombia se ha ampliado significativamente. Los datos de CIFIN a junio de 2014 muestran, por el lado de la oferta total (urbano y rural), que el número de adultos con al menos un producto de crédito se incrementó en 3,3 millones de personas en cuatro años, con lo cual ascendió a 10,6 millones, que equivalen a cerca de una tercera parte de este segmento poblacional. Sin embargo, los datos desde la oferta no incorporan los créditos informales como los que se obtienen con almacenes de cadena o familiares con los cuales esta proporción puede ser aún mayor.
Por el lado de la demanda la Encuesta Longitudinal Colombiana de la Universidad de los Andes –ELCA– revela que para las zonas urbanas, en donde más se concentra el otorgamiento de créditos, los hogares con al menos un crédito aumentaron de 54% a 63% entre 2010 y 2013 y las entidades financieras fueron la fuente más importante de crédito formal tanto en 2010 (32,9%) como en 2013 (41,2%). Por sus características de monto, plazo y valor de las cuotas, el crédito formal mejora las posibilidades de consumo e inversión en los hogares. Sin embargo, la periodicidad de las cuotas restringe su capacidad de competir con las fuentes informales de crédito.
La ELCA establece que los hogares de los estratos socioeconómicos más altos y las personas con mayor educación tienen un mayor acceso al crédito que las personas en condiciones menos favorables. Además, pone en evidencia importantes diferencias regionales. La región central y Bogotá tienen el mayor acceso al crédito total, formal y bancario. La ELCA señala que las principales razones invocadas para no solicitar un crédito fueron: demasiados requisitos y mucho papeleo (25,3%), temor por no poder pagar o perder la garantía (15,8%) y tasas de interés altas (14,4%).
Asobancaria ha identificado otros temas claves para la ampliación del acceso en Colombia, tales como la eliminación de los topes a las tasas de interés establecidos por las autoridades, la adecuada reglamentación de la Ley de Garantías Mobiliarias, mejorar la información crediticia y transaccional de las personas, llevar a cabo una política de formalización de las Pymes y establecer la obligatoriedad de reportar a las centrales de riesgos para todas las empresas que realicen operaciones de crédito.