Sorprendiendo a la mayoría de los analistas, que esperaba una expansión económica más dinámica, el PIB creció a una tasa del 4,3% anual en el segundo trimestre, tal como proyectó Asobancaria. La actividad económica estuvo liderada por los sectores de bienes y servicios no transables, sobre todo el financiero, los servicios y la construcción. En contraste, los sectores de transables se contrajeron por la caída de la minería y la industria. Todos los componentes de la demanda se desaceleraron. Las exportaciones sufrieron una fuerte caída, que junto con el incremento de las importaciones, le restaron el mayor impulso al crecimiento. La inversión fue la parte más dinámica del gasto, debido a la expansión de las obras civiles. El consumo de los hogares y el gasto público continuaron sosteniendo la actividad económica.
El crecimiento se apoyó más de lo deseable en el gasto público, a través de los servicios y las obras civiles. Esto plantea inquietudes sobre el balance entre las fuentes de la demanda, su sostenibilidad en el mediano plazo y las implicaciones para la política económica. Los resultados de este año son consecuencia del impulso que tomó el gasto público en el último cuatrienio. Ese mayor gasto aumenta la participación del Estado en la economía, que ronda ya el 20% del PIB, cuando hace dos décadas era de cerca de 11% de él. Es probable que esta tendencia se acentúe el año entrante.
A pesar de la desaceleración de la actividad privada, el buen ritmo de la economía permite mantener la proyección de crecimiento de 4,8% en 2014, que será una de las más dinámicas del mundo. Asobancaria espera que en 2015 el país acelere su crecimiento a 5,1%, favorecido por la recuperación de las economías desarrolladas y una tasa de cambio más alta, debida al menor estímulo monetario en Estados Unidos. Sin embargo, para mantener el crecimiento de largo plazo en tasas superiores al 4,5%, no es suficiente llevar a cabo de una manera exitosa la construcción de infraestructura, ni esperar unas condiciones externas más favorables. Mantener este ritmo depende también de la dinámica del sector minero energético y de que la política económica no perjudique la actividad ni la demanda del sector privado.
La pausa en el estrechamiento de la postura monetaria adoptada por el Banco de la República es oportuna, porque no hay presiones inflacionarias ni un crecimiento desbordado que amenace recalentar la economía. Un endurecimiento adicional podría desacelerar la demanda del sector privado. Por otra parte, la prolongación y ampliación del impuesto al patrimonio puede generar un desestímulo al ahorro y la inversión privada, que perjudica la capacidad de crecimiento de la economía. Como es necesario lograr las metas establecidas en la programación fiscal, se requiere aumentar los ingresos. No obstante, para hacerlo son preferibles otros tributos menos distorsionantes, como el de renta o el IVA.