La transformación que ha experimentado la banca en los últimos años ha permitido garantizar una mayor competitividad del sector en el mercado local. Esto se ve reflejado en una amplia oferta de productos ajustados a las necesidades de los usuarios; una mayor innovación tecnológica que ha derivado en una mejor cobertura en todo el territorio nacional, promoviendo mayores índices de inclusión financiera; una reducción en los costos de los servicios financieros; y en general, en grandes beneficios para todos los participantes del mercado.