El año pasado, medido en términos de activos y cartera, fue de expansión para la banca. Sin embargo, a pesar de que la actividad económica no se desaceleró, las utilidades no aumentaron. La parálisis de las utilidades disminuyó la rentabilidad de los activos y del patrimonio. Sin embargo, en su proceso de expansión, la banca logró mantener sus indicadores de calidad y cubrimiento de la cartera y mejorar los de eficiencia.
En estas condiciones, el crédito de la banca se profundizó de una manera sostenible en 2013. Con un aumento cercano al 12% en términos reales, llegó a 37% del PIB. La calidad de la cartera se mantuvo muy buena. A pesar de un pequeño incremento en el indicador de mora, éste permaneció próximo a sus mínimos históricos. Al mismo tiempo, el cubrimiento de la cartera vencida se conservó holgado, con lo cual el bajo riesgo de crédito se gestionó de una manera adecuada.
Asobancaria estima que el crédito aumentará alrededor de 14% real en 2014, con lo cual subirá a 41% del PIB, sin arriesgar la estabilidad financiera del país, por dos razones. La primera es que no se alejará mucho de su tendencia de largo plazo, con lo cual no existirá el riesgo de un desbordamiento. La segunda es que la capacidad de los deudores de cumplir con sus obligaciones es buena. Gracias a esta expansión, la banca contribuirá a financiar el retorno de la actividad económica a su tasa potencial este año.
El indicador de eficiencia (costos administrativos/activos) siguió mostrando la tendencia a la mejora de los últimos años, debido que a los costos administrativos aumentaron menos que los activos. El aumento en eficiencia resultante se traslado a los usuarios en términos de una reducción de los márgenes de intermediación y de unos menores costos de los servicios financieros.
El margen de intermediación se redujo, debido a que las tasas de interés de los créditos bancarios disminuyeron más que las tasas que pagan los bancos por los depósitos. El descenso del margen indica que hay una competencia muy intensa entre los bancos, tanto para colocar el crédito como para captar los depósitos. De esta manera, la intensificación de la competencia beneficia tanto a los demandantes de los préstamos, que pueden obtenerlos a menores tasas de interés, como a los ahorradores, que obtienen una buena rentabilidad por su dinero.
También como fruto de la competencia entre los bancos por satisfacer y conservar a los clientes, la inflación de productos financieros se redujo, lo cual favoreció una mayor inclusión financiera, tanto de las personas como de las firmas.
La solvencia de la banca cayó ligeramente el año pasado, a 14%, debido a la expansión del activo y la entrada en vigencia de la nueva composición del capital, ordenada por la SFC para mejorar su calidad. A pesar de ello, permaneció muy por encima de la ordenada por la regulación (9%).