A pesar del consenso que existe, tanto en el ámbito local como internacional, sobre la importancia de la educación financiera para la sociedad, es poco lo que se conoce sobre los resultados de las iniciativas y programas en ejecución y todavía es poco claro el efecto de estas intervenciones sobre los hábitos y comportamientos de las personas.
La evaluación de los programas de educación financiera se convierte entonces en un proceso fundamental que sirve para determinar si un programa está haciendo una diferencia. El método de evaluación adecuado le ayudará a determinar el valor, el impacto y la eficacia del programa y a tomar las acciones apropiadas.
La medición de los programas es un tema prioritario que debe ser considerado desde el momento mismo en que comienza la fase de diseño, ya que esto permite contar con una línea base de medición y tener claro desde el inicio qué es lo que se quiere lograr y a dónde se quiere llegar con el programa.
La OCDE, una de las entidades líderes en esta materia, acaba de realizar una encuesta de línea base sobre cultura financiera de la población para 14 países de cuatro continentes. En términos financieros, por ejemplo, los resultados muestran que en ningún país más del 70% de la población podría responder correctamente por lo menos seis preguntas de las ocho realizadas. De manera preocupante, una proporción relativamente grande de personas en la mayoría de países no podía calcular el interés simple de una cuenta de ahorros en un año, ni identificar el impacto del interés compuesto en cinco años.
Complementariamente a las líneas de base para la población en general, los programas e iniciativas de educación financiera deben ser recurrentemente evaluados durante y después de su ejecución. Sin embargo, evaluar la educación financiera de las personas, así como la efectividad de los programas implementados no es fácil, pues es evidente que existen dificultades inherentes a la evaluación como son los inconvenientes para aislar el impacto de los programas o la falta de integridad de los datos.
Es por ello que resulta fundamental hacer un alto para revisar la metodología de la medición de impacto de dichos programas e iniciativas, identificando sus limitaciones y potencialidades, y usando esta experiencia para construir un programa de amplio alcance, ajustado a las necesidades y vacíos de información del público objetivo.