Las perspectivas de la actividad económica global en 2012 enfrentan un sesgo a la baja por tres motivos. En primer lugar, por el estrechamiento del entorno financiero internacional, producto del deterioro de la solvencia fiscal en Europa. En segundo lugar, por el peligro de otra recesión mundial, por la falta de demanda en Estados Unidos y el desacuerdo en el Congreso sobre la política fiscal para enfrentarla. Y en tercer lugar, por el riesgo de una abrupta desaceleración en China, como consecuencia de una crisis inmobiliaria. En caso de materializarse cualquiera de estas contingencias, se podría desencadenar otra crisis internacional.
Una nueva crisis podría contagiar a la economía colombiana por las turbulencias que se desatarían en los mercados internacionales o por la menor actividad económica global. Estas perturbaciones se transmitirían a los mercados domésticos y a la actividad interna por los canales financieros y comerciales, de manera que amenazarían la estabilidad financiera y macroeconómica del país. La magnitud de estos efectos dependería tanto de las dimensiones de la crisis como de la propensión al contagio.
Colombia luce hoy menos propensa a sufrir alteraciones de la actividad económica interna, como resultado de una crisis internacional, que en ocasiones anteriores. En la actualidad sus desbalances macroeconómicos son menores, las solvencias pública, privada y externa mejores, el apalancamiento de las firmas más bajo, la carga financiera de los agentes domésticos más liviana, no hay desbordamientos del crédito ni estallidos de burbujas, las instituciones financieras son más sólidas, los marcos de política mejores y están dotados con instrumentos más eficaces.
En esta coyuntura de incertidumbre y aversión al riesgo por la crisis europea, la mayor volatilidad en los mercados internacionales se ha transmitido a los domésticos a través de un contagio financiero más moderado que en ocasiones anteriores. La probabilidad de un contagio financiero más intenso por los eventos relacionados con la crisis europea en ciernes es mayor que la de sufrir un choque real. Por eso es prudente minimizar los desequilibrios en los mercados de activos y crédito domésticos, con el propósito de prevenir que una mayor volatilidad financiera afecte en el futuro la actividad económica. Con este propósito es fundamental que las autoridades eviten la acumulación de desbalances financieros. Para lograrlo deben persistir en el tránsito de las políticas fiscal y monetaria a posturas neutrales. Esto disminuye la vulnerabilidad de la economía a los choques externos y abre espacio para adoptar posturas estimulantes más adelante, en caso de necesidad.