En la coyuntura actual la fuerte apreciación del peso (COP) es una de las principales preocupaciones de la política económica. Al respecto, los analistas se agrupan en dos bandos. Uno afirma que la fortaleza del COP es estructural porque se debe a la debilidad internacional del USD y a los sólidos fundamentales de la economía colombiana. Por eso resultaría incontenible. Y en consecuencia, la solución sería adaptarse rápidamente a la nueva situación. El otro bando exige, en cambio, un mayor compromiso de las autoridades para combatirla.
La Asobancaria considera que una apreciación exagerada es un problema grave que, aunque no es de fácil solución, requiere máxima atención. Por eso resulta conveniente reexaminar los vehículos a través de los cuales se ha canalizado la abundante financiación externa, que contribuye a fortalecer el COP.
Las cuentas externas muestran claramente que la abundancia de moneda extranjera proviene de los movimientos de capital. La fuente más importante es la inversión extranjera directa (IED), que provee ¾ partes del superávit de capital y corre por cuenta del sector privado. Sin embargo, los agentes privados compensan parcialmente esta entrada de recursos externos con una expatriación de capitales, por la vía de los egresos de sus cuentas de compensación y la venta de saldos de sus cuentas libres en el mercado cambiario. Después de esta compensación, el canal más importante de financiación externa es el superávit en los movimientos de capital del sector público. Interpretado de esta manera, el problema de la apreciación no es solo de “éxito” inversionista, sino también de excesiva financiación oficial.
La economía se ha adaptado a la abundante financiación externa con un persistente déficit en su cuenta corriente. Pero en el largo plazo esta tendencia incrementa la vulnerabilidad de la economía a los choques externos. Por eso quizá sea más prudente generar ahorro, sobre todo público, en lugar de estimular el exceso de gasto privado. El sector público debe, por tanto, ajustar su déficit y comenzar a desendeudarse en moneda extranjera, para empezar a eliminar la abundancia de financiación externa en su verdadera fuente.