América Latina está sufriendo con intensidad los efectos de la recesión global. La caída de la demanda mundial, los menores precios de las materias primas y, en menor medida, la reducción de las remesas, están afectando adversamente la actividad económica y el empleo. Las perspectivas para este año continúan oscureciéndose, manteniendo elevados los niveles de aversión al riesgo, tanto en los mercados financieros como en las firmas y los hogares. No obstante, hasta el momento los sistemas financieros han permanecido sólidos en la región.
En esta Semana Económica resaltamos varios aspectos de la coyuntura actual en América Latina. Primero, la fuerte desaceleración regional se ha traducido en una menor dinámica del crédito -en especial de consumo- y en un aumento de las primas de riesgo. Segundo, la reducción de las tasas de interés de los bancos centrales, de forma casi sincronizada, ha sido la principal herramienta de política, dadas las restricciones fiscales en la mayoría de los países de la región. Tercero, como resultado de lo anterior, las tasas de interés de mercado están respondiendo parcialmente a la política monetaria, siendo las de los créditos de consumo las que han mostrado mayor resistencia a la baja. Cuarto, a diferencia de episodios anteriores de dificultades externas, el canal del crédito continúa operando en la mayoría de los países, destacándose Brasil, Perú, Chile y Colombia.
Finalmente, puesta en contexto, observamos con preocupación la coyuntura colombiana. En particular, la velocidad de la desaceleración, junto con el reducido espacio para una política fiscal contra cíclica, podrían minar la confianza de empresarios y consumidores, especialmente si los líderes de opinión terminan convenciendo al público de que Colombia está experimentando una “crisis”.