La coyuntura económica actual es compleja e implica importantes retos para la política monetaria. De una parte, ocurre una desaceleración fuerte en la actividad económica. El PIB, que creció 8% anual el año anterior, se ha desacelerado a 3,4% este año y la perspectiva para el próximo es que solo crezca a tasas cercanas a 2,5%. De otra parte, la inflación anual sigue siendo alta (7,9%), lejos del límite superior del rango meta establecido para este año (3,5% – 4,5%).
Esta situación ocurre, además, en un entorno internacional particularmente incierto. En los mercados internacionales persiste una fuerte aversión al riesgo, que genera iliquidez en dólares.
En este contexto el Banco de la República todavía no ha considerado prudente disminuir su tasa de interés de intervención, aun cuando ha irrigado liquidez adicional. Esta postura probablemente permanecerá mientras la inflación y las expectativas no empiecen a converger hacia el rango meta del próximo año (4,5% – 5,5%).